ALGO DE HISTORIA
Cuando
las tropas francesas todavía paseaban, luciendo sus elegantes y coloridos
uniformes, por el Parque del Buen Retiro en Madrid, en la zona este de la capital y justo donde terminaban algunas
humildes construcciones y empezaban las huertas, existían unos terrenos, propiedad de los condes de Sevilla y Villapadierna, en donde se plantaron
cientos de guindos, cuyos sabrosos frutos, se recolectaban y vendían para conservarlos en
aguardiente, y también para abastecer a los conventos de monjas, dedicadas a la oración y también a
preparar compotas y almíbares, entre otras delicatesen. Toda la zona era
denominada la Huerta de Don Guindo, huerta que no se transformó en suelo urbano
hasta mediados del siglo XIX y que con el tiempo, y sin ningún árbol
superviviente, se comenzó a denominar La Guindalera, en recuerdo de la huerta y
de Don Guindo.
La
Guindalera es un barrio castizo que comienza en Francisco Silvela, antiguamente
Camino de Ronda y termina en la calle 30, antes arroyo del Abroñigal. No tiene,
en principio, nada que destaque en demasía, pero posee el encanto de casi todos
los barrios madrileños, con sus estrechas callejuelas, sus comercios y mercados
tradicionales, sus bares y tabernas y sus habitantes, ya algo mayores, que
recuerdan con nostalgia tiempos pasados y posiblemente mejores.
Paseando
por el barrio, puede, aunque si no lo buscas es difícil, que te encuentres con
un pequeño establecimiento abierto en 1968 y situado en una estrecha calle, muy
cerca del mercado de La Guindalera. Se trata de una taberna: “Los Crustáceos”,
dedicada en cuerpo y alma a ofrecer a todos sus clientes y también a quién se
acerque por allí, unos productos excelentes a buen precio. Su especialidad es,
como no podía ser de otra manera, el marisco, tanto cocido como a la plancha
que traen, según dicen, directamente de la lonja de Pontevedra. Casi 50 años
dedicados a estos menesteres, en los tiempos que corren, es por algo, sin duda
alguna.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Para
tomar El Avisillo acodados en la barra:
Albariño
(1,40€) - quisquillas (6,50€) – percebes (7€) – ostras (1,30) – canapé de
sardina (2,50€) y muchas otras cosas ricas.
POR SI PUDIERA INTERESAR
La
taberna te recibe con una vitrina a la calle en donde se exhiben sus productos,
y que te llama como las sirenas a Odiseo. Se sitúa en un reducido local, muy
angosto, que dispone de una barra con
taburetes altos y en el que cada centímetro está aprovechado para almacenar
barriles, cajas y diverso material. Sin concesión alguna a la más mínima
decoración, solamente un espejo al fondo y unas cuantas fotos adornan la
taberna. Detrás de la barra se esmera un matrimonio que lo hace bien,
atendiendo a la plancha y a los diversos cocimientos que precisan los
crustáceos, moluscos bivalvos, cefalópodos y marisco en general, que los
clientes demandan cuando atestan la taberna. Todos los productos son frescos y
la relación calidad precio es muy buena, aunque cierto orden y armonía serían de
agradecer.
Puntuación:
****
Aperitivo:
Generoso, nunca faltan unos bígaros o cualquier otra cosa rica.
Precio:
Barato
Sucursales:
Si. Tienen otros dos establecimientos en Madrid
Restaurante:
No
Terraza:
No
Dirección:
Calle Francisco Zea, 11
28028
Madrid
Teléfono:
Cierra:
Los lunes
Horario: De lunes a sábado de 12:30 a 16 horas / de 20:30 a 23:30 horas
Domingos de 12:30 a 16 horas
Sitio web: http://www.loscrustaceos.es/
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