lunes, 12 de diciembre de 2016

MARISQUERÍA LOS CRUSTÁCEOS

ALGO DE HISTORIA
Cuando las tropas francesas todavía paseaban, luciendo sus elegantes y coloridos uniformes, por el Parque del Buen Retiro en Madrid, en la zona este de la capital y justo donde terminaban algunas humildes construcciones y empezaban las huertas, existían unos terrenos, propiedad de los condes de Sevilla y Villapadierna, en donde se plantaron cientos de guindos, cuyos sabrosos frutos, se recolectaban y vendían para conservarlos en aguardiente, y también para abastecer a los conventos de monjas, dedicadas a la oración y también a preparar compotas y almíbares, entre otras delicatesen. Toda la zona era denominada la Huerta de Don Guindo, huerta que no se transformó en suelo urbano hasta mediados del siglo XIX y que con el tiempo, y sin ningún árbol superviviente, se comenzó a denominar La Guindalera, en recuerdo de la huerta y de Don Guindo.
La Guindalera es un barrio castizo que comienza en Francisco Silvela, antiguamente Camino de Ronda y termina en la calle 30, antes arroyo del Abroñigal. No tiene, en principio, nada que destaque en demasía, pero posee el encanto de casi todos los barrios madrileños, con sus estrechas callejuelas, sus comercios y mercados tradicionales, sus bares y tabernas y sus habitantes, ya algo mayores, que recuerdan con nostalgia tiempos pasados y posiblemente mejores.
Paseando por el barrio, puede, aunque si no lo buscas es difícil, que te encuentres con un pequeño establecimiento abierto en 1968 y situado en una estrecha calle, muy cerca del mercado de La Guindalera. Se trata de una taberna: “Los Crustáceos”, dedicada en cuerpo y alma a ofrecer a todos sus clientes y también a quién se acerque por allí, unos productos excelentes a buen precio. Su especialidad es, como no podía ser de otra manera, el marisco, tanto cocido como a la plancha que traen, según dicen, directamente de la lonja de Pontevedra. Casi 50 años dedicados a estos menesteres, en los tiempos que corren, es por algo, sin duda alguna.

INFORMACIÓN PRÁCTICA
Para tomar El Avisillo acodados en la barra:
Albariño (1,40€) - quisquillas (6,50€) – percebes (7€) – ostras (1,30) – canapé de sardina (2,50€) y muchas otras cosas ricas.

POR SI PUDIERA INTERESAR
La taberna te recibe con una vitrina a la calle en donde se exhiben sus productos, y que te llama como las sirenas a Odiseo. Se sitúa en un reducido local, muy angosto,  que dispone de una barra con taburetes altos y en el que cada centímetro está aprovechado para almacenar barriles, cajas y diverso material. Sin concesión alguna a la más mínima decoración, solamente un espejo al fondo y unas cuantas fotos adornan la taberna. Detrás de la barra se esmera un matrimonio que lo hace bien, atendiendo a la plancha y a los diversos cocimientos que precisan los crustáceos, moluscos bivalvos, cefalópodos y marisco en general, que los clientes demandan cuando atestan la taberna. Todos los productos son frescos y la relación calidad precio es muy buena, aunque cierto orden y armonía serían de agradecer.

Puntuación: ****
Aperitivo: Generoso, nunca faltan unos bígaros o cualquier otra cosa rica.
Precio: Barato
Sucursales: Si. Tienen otros dos establecimientos en Madrid
Restaurante: No
Terraza: No

Dirección: Calle Francisco Zea, 11
28028 Madrid
Teléfono:
Cierra: Los lunes
Horario: De lunes a sábado de 12:30 a 16 horas / de 20:30 a 23:30 horas
Domingos de 12:30 a 16 horas 






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